En casos que no exista mejoría se recurre a las técnicas intervencionistas. La opción más elegida es la radiofrecuencia térmica (riziolisis), que consiste en realizar una lesión controlada de la rama medial de la raíz posterior del nervio espinal correspondiente. Esta lesión nerviosa controlada se produce por aumento local de la vibración de las partículas circundantes a la punta activa de la cánula. Entre un 60-90% de los pacientes experimentan mejoría significativa del dolor.
La técnica se realiza en el quirófano, en condiciones de asepsia, con sedación ligera que permita la colaboración del paciente y controlado con fluoroscopio. Se introduce la aguja con un sensor en la punta sobre cada una de las articulaciones afectas. Primero se realiza una comprobación sensitiva (50 Hz), seguido de una motora (2 Hz), sin tener que encontrarse estimulación radicular, aunque sí que pueden aparecer fasciculaciones. Una vez comprobada la seguridad del procedimiento se inicia la radiofrecuencia. Existen dos tipos, la convencional, que emplea calor a 80 ºC durante 60-80 segundos para producir, o la pulsada, que se suele realizar durante 120 segundos y alcanza temperaturas de 40-42 ºC.
Esta técnica se puede realizar en la toda la columna desde la zona cervical (empezando en C2) hasta la zona lumbar y sacra. Además, puede ser unilateral o bilateral, según la afectación del paciente. La mayoría de los pacientes experimentan una mejoría inmediata, aunque esta se puede esperar hasta 4 semanas posteriores a la realización del procedimiento.
Se considera una técnica segura, con bajas complicaciones. A pesar de ello, hay pacientes que experimentan dolor o molestias en la zona intervenida, incluso se han observado casos de neuralgia, siendo una sensación de quemazón o disestesias, que mejora en un plazo de 4-8 semanas posteriores.
Cabe destacar que el bloqueo neural tiene una duración en el tiempo, pudiendo reaparecer el dolor de nuevo. Es difícil de determinar la duración de la neurolisis para cada paciente, ya que puede variar desde 6 meses hasta varios años. En caso de que vuelva a aparecer dolor facetario, se puede realizar de nuevo el procedimiento.